“….Pero creo que como poco es para dar la voz de alarma: la obsolescencia programada (la rotura, para ser exactos) es cada vez más precoz en estos electrodomésticos.
Por otro lado, y dado que este blog tiene una afluencia respetable, paso a una segunda cuestión que, sin ánimo de buscar polémica, planteo porque creo que es desconocida para el público:
Siento discrepar parcialmente con la afirmación la vida útil práctica de un electrodoméstico no debería ser superior a 10 ó 12 años. Para poder valorar el ahorro energético en la sustitución de un equipo se debe estudiar su ciclo de vida completo: no solo se ha de tener en cuenta la energía que consumirá a lo largo de su vida útil, sino además la necesaria para obtener los materiales, ensamblarlos y distribuirlos (energía incorporada), así como el coste energético de retirar dicho equipo y reciclarlo.
Este estudio, lejos de ser un capricho de mi imaginación, constituye toda una disciplina denominada Evaluación del ciclo de vida (LCA, Life-cycle Assessment en inglés). A día de hoy, bajo la amenaza creciente de la escasez de recursos, es la única forma de realizar un análisis completo sobre el ahorro de energía y materiales.
Por ahora sólo me he molestado en buscar esta información para el caso de los ordenadores y resto de electrónica de consumo (el ejemplo más sobresaliente del despilfarro), pero en cuanto busque datos acerca de lavadoras y frigoríficos, informaré una estimación apropiada. A priori y sólo si la tendencia en la mejora permanece, teniendo en cuenta que son aparatos que a diario consumen bastante energía, probablemente una vida de 10 años sea correcta. Por ejemplo, los coches: antes un utilitario de gasolina podía zamparse tranquilamente 7-8l / 100km de ciclo mixto, hoy ronda los 5. Sin embargo, el coste de fabricar un coche nuevo sólo se verá compensado si hacemos los suficientes km. como para ahorrar una cantidad de combustible equiparable.»