Ayer, en la primera parte de la eficiencia y el ahorro de los emisores térmicos demostré, mediante un ejemplo de estufa eléctrica de 1.000 vatios, que cualquier tipo y marca de emisores térmicos, convectores, o cualquier otro tipo estufa eléctrica, a igualdad de potencia consumen la misma cantidad de energía eléctrica y proporcionan la misma cantidad de calor al ambiente.
Vamos a hablar de rendimientos en aparatos eléctricos. Pondré un par de ejemplos y luego veremos el rendimiento de las estufas eléctricas. El primero puede ser el motor de una lavadora, por ejemplo. Su potencia pongamos que sea de 300 vatios. Su función es la de hacer girar el bombo de la lavadora. Pues bien, además de la energía que gasta en mover el bombo, una parte de la energía consumida se va en el rozamiento de los cojinetes, convirtiéndose en calor, en la resistencia de los devanados, que también se convierte en calor. Puede ser que el rendimiento de ese motor sea del 80 %, y de otro pueda ser del 90 %, pero en ningún caso podrá ser del 100 %, ya que querría decir que toda la energía de los 300 vatios se convierte en movimiento. Como siempre habrá pérdidas en devanados y cojinetes, siempre habrá pérdidas por calor. . No existe pues el motor que aproveche y convierta el 100 % de su potencia en movimiento. Siempre habrá una pérdida que se convierte en calor. Por lo tanto ningún motor puede alcanzar el rendimiento del 100 %.
Veamos otro ejemplo: las bombillas del tipo incandescente. Su misión es dar luz. Convertir la energía consumida en luz. Pero, ¿Qué sucede realmente? Supongamos que la bombilla es de 100 vatios. Pues sucede que solo el 10 % de su potencia (10 vatios) la convierte en luz. El resto, el 90 % (90 vatios) los “tira” en calor, ya que su misión no es dar calor, sino luz. Se dice, en este caso, que la bombilla incandescente tiene un rendimiento solo del 10 %. Consideremos lo mismo en una bombilla de bajo consumo. Sucede que convierte en luz el 80 % de su consumo, y en calor solo el 20 %. Por lo tanto, la eficacia o rendimiento de la bombilla de bajo consumo es del 80 %, y la incandescente, solo del 10 %. La diferencia hasta el 100, se convierte en calor en ambos casos.
Veamos ahora qué sucede en una estufa eléctrica. Aquí no hay que dar luz ni movimiento ni ninguna otra cosa que no sea calor. La resistencia del aparato, al paso de la corriente, la convierte en su totalidad en calor. Incluso si su interruptor se calentara al paso de la corriente, se convertiría también en calor. Así pues, TODA LA ENERGÍA CONSUMIDA SE CONVIERTE EN CAQLOR. Su rendimiento es pues del 100 %. Queremos un aparato para producir calor. No otra cosa. Por consiguiente si la totalidad de la energía eléctrica consumida se transforma en calor, su rendimiento es del 100 %. Es imposible superar el rendimiento del 100 %. Como decía el torero cordobés Rafael Guerra “lo que no puede ser, no puede ser, y además, es imposible.
Si tienes una botella de agua de 1 litro, puedes ir sacando agua, el 10 %, el 50 %, el 90 %, pero si sacas el 100 %, ya no puedes sacar más. Aunque la botella sea de plástico, de vidrio o de oro. En las estufas, no puedes sacar más del 100 %, aunque la estufa sea de oro, de plata, tenga aceite o vino en su interior, sea fabricada por el taller de la esquina o por Rolex. Un KWh es un KWh, y no da más de 860,4 Kilocalorías. Ni una más ni una menos. EN CUALQUIER ESTUFA. Sea la que sea o se le llame como se le llame. Para una potencia determinada tiene una resistencia concreta que transforma toda la electricidad consumida en calor. Y éso vale para todas pòr igual.
Se me ha ido la mano en las explicaciones, y no he tratado los interesantes comentarios de nuestro amigo lector José Manuel, de Avilés. Lo siento te contestaré mañana en la tercera parte de este tema. No te la pierdas, pues voy a contestar a tu comentario punto por punto.