Con este material revolucionario, el Grafeno, se podrán construir ordenadores cien veces más rápidos que los actuales, pues su conductividad es cien veces mayor que la del silicio, con el que se fabrican actualmente los transistores. Podrán construirse baterías de gran capacidad y paneles solares más eficientes.
Sus posibilidades son inmensas: es doscientas veces más resistente que el acero, es más duro que el diamante, que también es una estructura de átomos de carbono pero en una forma tetraédrica, a diferencia del Grafeno que es hexagonal.
A pesar de su extraordinaria dureza, el Grafeno es muy flexible, pues se puede doblar, enrollar y no se rompe.
Debido a su gran conductividad, muy superior a la del sílice, no desprende tanto calor ante el desplazamiento de los electrones por su superficie. Esto le convierte en el mejor procesador en dispositivos informáticos portátiles, que se han basado siempre en obleas de sílice que han tenido algunos problemas, especialmente en aparatos pequeños como los móviles y los ordenadores portátiles. El más importante es el excesivo calentamiento por culpa del procesador, lo que ocasiona pérdida de eficiencia y desgaste de los materiales.
El Grafeno es muy delgado, pues su grosor es el de un átomo. Un gramo de Grafeno sería suficiente para construir una superficie que podría cubrir un campo de futbol. Es también un material muy flexible, pese a su dureza, y tiene una serie de propiedades que le hacen muy interesante para la construcción de pantallas flexibles que se podrían doblar como una hoja de papel.
Pero ¿Qué es el Grafeno?. La mina del lápiz está compuesta de grafito, que es una forma del carbono, como también lo es el diamante. Al deslizar el lápiz sobre un papel, a nivel microscópico podría verse como se van desprendiendo capas sucesivas que son las que van “emborronando” el papel, hasta llegar a la capa más elemental, transparente, de un solo átomo de grosor, que supera al diamante en dureza, densidad, resistencia a la temperatura y gran conductividad. Este es el Grafeno, el material a cuyas capas apiladas venimos llamando grafito.
Una de las cualidades más importante del Grafeno es que para que los electrones se desplacen por su superficie, se requiere menos energía de la que precisa el sílice. Por tanto, en un dispositivo portátil, un procesador basado en Grafeno conseguirá un mayor ahorro energético y duración de la batería, además de un menor calentamiento del aparato, convirtiendo casi toda su energía en el objetivo principal que es el movimiento de los electrones y no el calor, que aquí nos estorba y reduce el rendimiento del aparato.
Pero por el momento los procesadores de Grafeno están en la fase de laboratorio, ya que todavía se trabaja para conseguir un sistema de fabricación de capas que sea eficaz y sin impurezas. Las empresas implicadas en su producción aseguran que en diez años puede ser una realidad y convertirse en una nueva revolución tecnológica.
Por otro lado, combinado con la conocida como tinta solar(una «tinta» que podría rociarse como un spray en tejados, paredes y ventanas para generar energía solar) podría resultar un material adecuado para desarrollar paneles de energía solar que facilitarían que los dispositivos se recargaran a sí mismos, incluso en condiciones de reducida intensidad lumínica.
El día 5 de Octubre de este año 2.010 se concedió el Nobel de Física a dos catedráticos de la universidad inglesa de Manchester: Andre Geim y Konstantin Novoselov, ambos de origen ruso, por el descubrimiento y sus trabajos sobre este revolucionario material.
Actualmente dos empresas estadounidenses y una británica compiten por conseguir la industrialización y fabricación de Grafeno de elevada pureza y precio competitivo. Añado con satisfacción que otra empresa española, Graphenea, ubicada en Guipuzcoa, compite con las otras tres en la carrera internacional por la “revolución” del Grafeno.